A inicios de 2020, junto a las medidas de aislamiento social, publicamos varios artículos con el fin de ayudar a nuestros lectores a aumentar la productividad y la comodidad en sus oficinas en casa. Después de meses en esta rutina, las encuestas muestran que más del 80% de los profesionales quiere seguir trabajando desde sus hogares incluso después de que termine la cuarentena. Además, una buena parte de las empresas también están satisfechas, mostrando una alta tendencia para adoptar esta práctica como definitiva, ya que la mayoría observó que el trabajo a distancia puede ser tanto o más productivo que el presencial.
Sin embargo, con respecto a los niños y el estudio en el hogar durante la pandemia, el resultado no fue tan positivo. Una de las principales razones es que es muy complicado conseguir que los estudiantes se concentren y se motiven durante mucho tiempo frente a las pantallas. La falta de interacción física con otros niños y niñas también puede ser un factor importante. Por eso, hasta que no mejore la situación a nivel mundial, es probable que el regreso a las escuelas se siga postergando. Con esta situación en mente, decidimos compartir en este artículo una serie de estrategias eficientes para transformar los espacios de estudio en casa en buenos aliados para el aprendizaje.
¿Cómo repensar los espacios de estudio en el hogar para niños y adolescentes?
Cada niño y grupo etario requerirá de una estrategia específica que los padres o tutores deben observar a diario. Sin embargo, es posible trazar ciertos parámetros genéricos que contribuirán a los tres ámbitos necesarios para la enseñanza en el hogar: lo académico, lo cognitivo, y la salud física y emocional de cada niño y niña.
1. Crear un espacio físico específico para el estudio. Se recomienda empezar por elegir y crear un espacio de estudio en una zona con mucha luz natural y condiciones acústicas adecuadas. Si se tiene más de una opción, es importante que el niño o niña elija la que más le guste y que ayude a configurarla. Si no cuentas con una zona bien iluminada, puedes revisar nuestro artículo con consejos para iluminar espacios interiores para niños.
2. Elegir una mesa que tenga las dimensiones adecuadas para el espacio y la altura del niño. Existen muchas opciones disponibles en el mercado, pero también es posible diseñar y fabrica una pieza exclusiva. Se recomienda un ancho mínimo de 80 cm para que los brazos puedan descansar cómodos en torno a un cuaderno o un computador portátil, pero si es posible contar con un ancho de 1.20 metros, el niño o niña podrá moverse y alcanzar sus utensilios más fácilmente, permitiendo el uso de pantallas de mayor tamaño. Se recomienda una altura de mesa de alrededor 50 cm para la etapa preescolar, de alrededor de 60 cm para la primaria, y más de 70 cm para los últimos años de escuela, aunque varía según cada estudiante. Un ejemplo de un buen diseño es MiniMe, una mesa infantil para niños pequeños creada por la arquitecta Camila Thiesen.
3. Invertir en una silla cómoda. La ergonomía es fundamental. En el caso de ambientes para niños más pequeños, asegúrate de que las medidas sean acordes a su altura y necesidades. Se recomienda una altura de asiento de entre 25 y 30 cm para la etapa preescolar, de entre 35 y 40 cm para la primaria, y más de 40 cm para los últimos años de escuela, aunque cambiará según el usuario. Una silla con alturas regulables puede adaptarse efectivamente al crecimiento del usuario, o permitir su uso para distintas personas de la casa.
4. Organizar el ambiente de estudio. Está científicamente probado que la organización física del entorno colabora con la organización interna y emocional de los niños. Además de incorporar espacios de almacenamiento para utensilios y materiales, es una buena idea incorporar un calendario con el horario de clases, por ejemplo, ubicado al nivel de los ojos del estudiante. Si el niño aún no sabe leer y escribir, se pueden usar símbolos o fotografías. También pueden incluirse pizarras magnéticas, paneles perforados o tableros de corcho para anotar y guardar ideas.
5. Adecuar el espacio a otras zonas comunes. Si el espacio de estudio no está en un ambiente cerrado e independiente (puede estar en un área común, como en la cocina o en la sala de estar, por ejemplo), se pueden utilizar particiones y adaptaciones para evitar interferencias visuales y acústicas durante las clases. Soluciones móviles, translúcidas, o flexibles pueden aumentar enormemente el confort a la hora de estudiar. Las cortinas, por ejemplo, son una opción efectiva y de relativo bajo costo.
6. Fomentar la autonomía de los niños y niñas, dejando el material de estudio a su alcance (por ejemplo, en estanterías de baja altura), para que pueda ser consultado incluso en horas de ocio. También pueden acomodarse ambientes más relajados y cómodos para la realización de tareas o lecturas fuera del horario de clase, con pufs, taburetes, alfombras y mesas de baja altura.
7. Considerar los revestimientos y colores que ya existen en el ambiente, para que la nueva zona de estudio no interfiera visualmente y sea un aporte al espacio. Es importante elegir colores que sean del gusto de cada niño o niña, haciendo que se sienta feliz y motivado en el entorno, incluyendo también otros elementos relacionados con sus intereses personales. De todas formas, existen ciertas pautas para el manejo de los colores:
- Azul: contribuye a la productividad por ser un color considerado tranquilo y estable.
- Verde: según los expertos, es un color que inspira tranquilidad, por lo que tiende a retrasar el cansancio y la fatiga ocular, por ejemplo.
- Amarillo: puede ser una buena opción al ser un color alegre, que remite al optimismo y la creatividad.
8. Diferenciar el espacio de estudio del espacio de juego. El juego es reconocido como un momento educativo extremadamente efectivo, por lo que fomentar descansos divertidos entre las clases es muy saludable. Si es posible, se recomienda buscar un espacio diferente para no mezclar actividades, permitiendo que los niños y niñas puedan despejar su mente una vez terminada cada sesión. Si está bien pensado, es posible transformar o adaptar el espacio de estudio para la realización de otras actividades durante los fines de semana o días festivos.
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